martes, 2 de abril de 2013

María Iribarne:

No espero que me respondas diciendo que tu también me extrañas, que extrañas pasar horas, que se hacían interminables, hablando conmigo, o que también me necesitas... porque, seguramente, no es así.
Sabía que terminaría dañándote. Sólo sé lastimar... Las espinas no pueden acariciar.
Sólo quiero saber, en realidad, necesito saber que estás bien, estés donde estés... pienso en ti, la mayor parte del tiempo, y muero por saber de ti. Muero porque respondas una de mis miles de cartas que te envió a diario. Muero por ti.
Te amo, perdón por hacerlo.
Sé que perdimos el contacto con el tiempo, pero, en mi mente, sigues viviendo.
Te recuerdo perfectamente.
Extraño tu rostro, tu mirada.
Extraño tu sonrisa... Tu voz, y tu risa.
Extraño tu forma profunda y melancólica de razonar...
Extraño la forma en la que me besabas cuando estaba a la mitad de decir algo, no hay un sólo día en que no extrañe esas groseras interrupciones.
Te extraño.
No encontré respuesta a esa pregunta que me suelo hacer a diario, "¿por qué sos tan especial?", sólo sé que desde que empezamos a comprendernos, comprendí tu magia, y sentí como tu luz alumbraba en mi fría oscuridad, me había acostumbrado a esa poca luz, a sentir frío todo el tiempo, pero, con el tiempo, fuiste cambiando todo en mi.
Sentimientos que creí muertos, volvieron a latir.
Pensamientos vacíos, se llenaron de ti.
Y, tu sonrisa, se volvió la imagen más dulce que mis recuerdos recuerdan.
Aún no comprendo por qué cuando estás en mi memoria, escribo sin notarlo, escribo palabras como si cayeran desde un inagotable río. He notado que a veces no puedo controlar la salida de palabras de mis pensamientos.
Tengo ganas de decirte tantas cosas...
No me interesaba la gente, los demás, ¡sólo vos me importabas!
Te extraño, María, no sabes cuanto extraño verte sonreír.
Nunca deje de amarte, y debe ser por eso que no dejo de pensarte. No dejo de pensar en que, tal vez, me reemplazaste. No dejo de pensar en que tal vez seas feliz con otra persona, y eso lo pensé desde el día en que te conocí.
Es como si del otro lado, lejos de esté... Te conocía.
Mi deseo no fue ser algo que te haga mal. Desde que empece a comprenderte, mi intención siempre fue sacarte una sonrisa... Hacerte olvidar por un momento, momentos malos.
Tenías algo tan especial y distinto al resto.
Me hubiera gustado no perderte nunca.
Me arrepiento de haberte gritado y haberte dicho las cosas que te dije... Ese día, al verte llorar... Tus ojos... No sé, me daban ganas de abrazarte, y hacerte cosquillas, así reías.
Todavía no comprendo por qué en tan poco tiempo, te volviste tanto.
Suelo pensar en ti, suelo imaginarte, y hasta verte sin mirarte. Sigo sintiendo lo que sentí, desde un comienzo... Te siento distinta al resto. Te siento parecida a mi.
Podría haber dejado todo por ti, María, pero me demostraste, tantas veces, que podrías dejarme por nada... Y, eso hiciste.
Todo lo que me parecía eterno, termino. Ese amor que me pareció eterno, termino.
"nunca voy a dejarte solo", ese "nunca", no es para siempre.
Lo siento, soy un idiota. Debí haber seguido callando.
Te necesito.
Te necesito para mirarte y perderme en tu mirada, para tener que soñar cada noche.
Te necesito para que los días dejen de ser grises, para que no se apague mi alma.
Te necesito para amarte... Amarte de todas las formas y en todos los idiomas...
Necesito de tu amor, para poder seguir en esté mundo cruel, lleno de fealdad, y miseria.
Yo... Simplemente necesito de ti.
¿por qué si eras consiente de esto dejaste que me enamorará?
¿por qué hiciste que volviera a confiar en alguien?
¿por qué no lo dijiste antes?
¿antes no habías pensado en eso?
Disculpa por todo esto, no pude evitarlo.
Te pido disculpas.
Mi deseo era hacerte feliz...

Espero que tu sonrisa se haga interminable en tus días.
Te amo, María Iribarne.

Hoy, pienso en ti, y de alguna forma, te siento cerca.

                                                                                                                  Juan Pablo Castel.